Una Cultura aferrada a la tierra
Capítulo 2
Capítulo 2
Ainu significa “Hombre”. En la Cultura del Pueblo Ainu, el hombre ocupa un lugar relevante. La razón de ser del hombre es la Naturaleza y los dioses que la encarnan.
Por su parte, los hombres, con su veneración, dan vida y permiten la existencia de sus dioses. El credo del Pueblo Ainu era el Animismo.
Como sus ancestros y vecinos que circundaban el Mar de Okhostk, los Ainus creían en la omnipresencia de las divinidades en todo lo manifestado.
La organización tribal de una comunidad estaba encabezada por un jefe, un Consejo de Ancianos y un chamán (a menudo una mujer).
Como todas sus actividades, la construcción de las viviendas (kotan) estaba basada en la utilización de elementos naturales.
Cada kotan tenía un lugar destinado al fuego, que era, además, el hogar, su cocina y el punto de luz y calor. Este lugar se llamaba Iyoykir.
La vivienda tenía tres ventanas, la más importante de ellas era conocida como Rorun Puyar (ventana sagrada). Estaba situada en dirección Este y era utilizada para introducir en el interior los objetos de índole mágico.
El Inaw era el espíritu protector de la casa. Su figura se tallaba en madera, y estaba situado en la esquina NE de la vivienda.
Aunque mantuvieron contactos con otros pueblos, los Ainus habían sido tradicionalmente pescadores y cazadores. La Arqueología ha descubierto gran cantidad de elementos propios de la caza y la pesca: arcos (ku), flechas (ay), machetes (tasino) y arpones (Kite).
Con las pieles de los animales que cazaban fabricaban las ropas que utilizaban como vestido. La decoración de sus vestidos es una de las singularidades de este Pueblo. Antes de decidir un diseño u otro, los Ainu dibujaban sus bocetos en el Iyoykir.
Las espinas puntiagudas tenían como sentido el rechazo de los malos espíritus, los remolinos y espirales atraían el poder de los ríos, los círculos representaban los ojos de la lechuza, una de las deidades principales. Atendiendo a las diferentes zonas de habitabilidad -las costas o el interior- los dibujos se decantaban hacia los animales marinos, como la ballena, o aquellos otros que habitaban el bosque, como osos o lechuzas.
También se representaba el mundo vegetal. Los Ainu habían desarrollado una farmacopea muy completa que les suministraba su entorno natural más próximo, y eran unos grandes conocedores de las propiedades medicinales de plantas y árboles.
Como en gran parte de los Pueblos Indígenas, las danzas tenían mucha importancia en esta sociedad. Su observación nos conecta con sus creencias espirituales. Existían todo tipo de danzas, muchas de las cuales simulaban encuentros de hombres con animales, o imitaban los movimientos de estos últimos.
La danza estaba concebida como una práctica para hacer consciente lo inconsciente, una manera de comunicarse con el mundo espiritual. De entre todas ellas, se destacaban la Danza del Oso, la más sagrada de todas.
Comienza ésta con los participantes bailando y moviéndose a ritmo lento, para, finalmente, terminar desplazándose a mayor velocidad, imitando siempre los movimientos del oso.
Otra danza especialmente importante es la Danza de la Lechuza. Varias mujeres van desplegando sus vestidos simulando el vuelo de la lechuza, imitando sus gestos y sonidos.
Las danzas que precisaban espadas eran interpretadas fundamentalmente por hombres. Las dos danzas más importantes se llamaban: Sarorurimse y Iomanterimse.
Aún en la actualidad entre Enero y Febrero se celebra cada año, el Festival del Oso, llamado IYOMANTE. Antiguamente se capturaba un osezno y se cantaba y danzaba en torno a él. No se le hacía daño alguno al animal.
El Oso es el Rey del bosque, era venerado como la deidad más importante del mundo animal, danzar junto a él suponía compartir su poder. En el Festival del Salmón se conmemoraba el retorno anual a los ríos de este animal, una de las bases alimenticias del Pueblo Ainu.
Aún hoy en día, en numerosas ciudades de Hokkaido, las personas observan los métodos tradicionales de captura de salmones que se desarrollan en estos festivales a lo largo de toda la geografía.
Al no disponer de lenguaje escrito, la tradición Ainu pasaba de una a otra generación a través de la narración oral, conocida como Yukar.
Los Yukar siempre referían historias de héroes, siendo éstos tanto hombres como animales. La primera persona de raza Ainu que plasmó en un libro estas narraciones fue la señora Matsu Kannari (Ikameno en Lengua Ainu).
La señora Kannari (1.875-1.961) pudo recordar hasta 92 Yukar. El Gobierno de Japón le reconoció el trabajo de toda una vida dedicada a esta labor investigadora, otorgándole una distinción especial.
No obstante, serían los occidentales los primeros en trabajar con la Lengua Ainu, escribiendo diccionarios, cuentos populares y leyendas en inglés y japonés.
En este sentido hay que mencionar especialmente al misionero inglés John Batchelor (1.854-1.944), que vivió durante décadas entre los Ainu, interesándose por su Historia, Lengua y Folklore. Batchelor fue, quizá, el primero en divulgar la Cultura Ainu en Occidente.
En 1.930 surgió la Hokkaido Ainu Kyokai (Asociación Ainu de Hokkaido), deteniéndose sus actividades al inicio de la 2ªG.M. Terminada la guerra se creó la Shadanhojin Hokkaido Ainu Kyokai, en Shizunai, Hidaka, desapareciendo años más tarde. Finalmente, en 1.961 se creó la actual Hokkaido Utari Kyokai.
La Asociación desarrolla anualmente diferentes eventos y concursos para potenciar la Cultura del Pueblo Ainu, entre ellos destacamos: un concurso anual de oratoria en Lengua Ainu, o un certamen de trabajo manual tradicional, dedicado a la talla de la madera.
La Asociación fomenta igualmente la enseñanza de la Lengua Ainu en numerosas ciudades de Hokkaido, como Nibutani, Sapporo o Ashahikawa, así como el aprendizaje de las danzas tradicionales.
Según una estimación realizada en 1.994 por las autoridades de Hokkaido, cerca de 24.000 personas de raza Ainu viven en la actualidad diseminadas en 75 ciudades de Hokkaido. De ellas, más del 70% se concentran en el Sur de la Isla, en los distritos de Hidaka e Iburi.
Pedro Martín